Más allá de los tratamientos farmacológicos, terapias o cuidados especiales de alimentación y aseo, las personas que han sido diagnosticadas con enfermedades neurocognitivas como Alzheimer o Huntington, requieren socializar, conversar y recibir apoyo emocional de la familia y de sus cuidadores, tanto en casa como en instituciones, para evitar sentimientos de tristeza y soledad.
Personas con trastornos neurocognitivos pueden sentirse solas y apartadas de la familia, pese a recibir cuidados, si carecen de actividades para socializar
Más allá de los tratamientos farmacológicos, terapias o cuidados especiales de alimentación y aseo, las personas que han sido diagnosticadas con enfermedades neurocognitivas como Alzheimer o Huntington, requieren socializar, conversar y recibir apoyo emocional de la familia y de sus cuidadores, tanto en casa como en instituciones, para evitar sentimientos de tristeza y soledad.
La directora de la residencia y centro integral Hogar La Ponderosa, María Edith Anselmi, explicó que a menudo “puede suceder que quien ejerce de cuidador se concentra en atender las necesidades físicas del paciente, y están demasiado atareados, o carecen de una buena formación para asumir el cuidado integral que requiere la persona con problemas neurocognitivos”.
Señaló que “es necesario que a lo largo del día hablen con ellos, que se sientan escuchados, aun cuando parezca que no tienen forma de entender o de expresar sus sentimientos y emociones, hacerlos sentir útiles y que pueden manejarse como una persona normal, que reciban estimulación cognitiva mediante actividades y ejercicios, de lo contrario pueden sentirse solos, apartados, y deprimirse y eso juega a favor de la evolución de la enfermedad”.
Conversar como amigos
Explicó Anselmi que “en el caso de los cuidadores que son familia tienen la ventaja de que conocen la vida y la historia del paciente, y pueden hablarles sobre esas anécdotas y hechos familiares”.
Para dialogar con ellos recomendó que el cuidador actúe como si fuera un amigo que recién están conociendo, y hacerle preguntas sencillas como: ¿Cuántos hermanos tienes? ¿Cómo se llaman tus hermanos? ¿A dónde te gustaría ir de viaje? ¿Qué continente visitarías? ¿A qué países irías?, etc. Indicó que “esto de conversar sobre viajes es como un juego que les encanta a quienes atendemos en el Hogar La Ponderosa. Se trata de contar historias. Lo que no se debe hacer es abordarlos con la pregunta ¿Te acuerdas de tal cosa?”.
En cuanto a las actividades cotidianas las personas pueden ser incorporadas en tareas sencillas –de acuerdo a sus capacidades físicas– como barrer o secar utensilios que no se rompan, o quitarle las etiquetas a los frascos que sean plásticos. Esto último ayuda a la motricidad fina. Anselmi agregó que hay cursos, charlas y diplomados para los cuidadores interesados en aprender sobre la atención de sus pacientes con trastornos neurocognitivos.
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